10 de marzo de 2014

Lapsus inconexus

Y tengo este silencio espantoso para que grite el alma…
Y tengo en mi mano la certeza del espejo mostrándome cuántos años envejecí en un segundo: en el segundo fatídico de la resignación. ¿Por qué no escucho el aturdimiento?
Aturdí. Miento. Renací. Miento. Entendí. Miento. Nos capisco. Miento.
                                               Miento
                                                                      Miento
                                                                                              Miento 
Aún lo más cercano me es completamente ajeno. ¡Tanta desnudez dilapidada!
Ahora debo cocinar. Luego, debo limpiar. “¿Me trae un plato de Sentí - miento a las finas hierbas, por favor?” Todos los aguacates están tiernos y cuando los toco, al mejor estilo de las abuelas catadoras, siento en mis dedos sus gritos verdes.
De algún lugar de La Mancha me llega un olor: “para no verte tanto, para no verte siempre, en todos los segundos, en todas las visiones…” No, perdón, no es un olor: es Silvio cabalgando en su unicornio azul.
¿Quién fue el imbécil que dijo eso de “querer es poder”? Malditas frases de autoayuda, siempre tan destructivas.
Io non sono una ragazza, por ende, NO PUEDO. Sigan creyendo en eso, ingenuos. Sigan creyendo en Coelho y sus obvias sentencias disfrazadas.
 ¿Y en Nietzsche? Lamento decirte que después de leerte siento más culpa, más remordimiento, más temor de Dios. ¡Que se evidencie mi analfabetismo filosófico!
Ahí está de nuevo tan deportivamente... Literalmente…
Y los vecinos que quieren hablar conmigo. ¿De qué quieren hablarme, viejos libidinosos? No pueden despegar sus miradas ebrias de mis senos aún en alza. ¿Cómo retendré los escasos restos de primavera? ¿Quieren hablar del clima capitalino sólo para quejarse de lo único hermoso que aún le queda a ésta ciudad? ¿De lo único que tantos depredadores propios y foráneos aún no han logrado dañar? ¿El clima? ¿La lluvia? Deberían largarse de una buena vez.
La solución no es el tercer carril, Alcalde. Hablaré de política con mis loros. Están de acuerdo: a todo me contestan: "¡Hurraaaa!" 
Una paloma desafía su instinto natural y cruza la calle caminando, muy oronda, contoneándose. Hablaré también con ella:
“La política debería interesarte, le digo: ¿qué tal que quieran sacarte de los aleros de la Catedral Primada con chorros de agua? ¿Y si te envían al ESMAD para que desalojes la Plaza de Bolívar?
Huye despavorida. No hablo el lenguaje de las palomas.
¿Les conté que murió mi adorado Pánfilo?
Bueno, al fin encontré un aguacate que no grita desesperadamente cuando le toco y que se alegra de acompañar mi ajiaco. (No saben qué es ajiaco, ¿verdad?)
Josefa canta sola. Ella canta sola. Solalalalalalalala……
…viene deportivamente...pero hoy me importan cinco el abdomen plano, las uñas y las cejas arregladas. Hoy soy un árbol inmóvil y añoso.  
El olvido es un lujo que pocos pueden darse ¿Y qué es la costumbre sino el doloroso arte del fingimiento?
“Todo está bien: el verde en la pradera”, diría Carranza. Los vecinos pensarán que soy antipática. Esbozo una sonrisita insulsa:
“Bien vecino, muchas gracias”,
“sí, qué frío está haciendo hoy”
“Ahora sí se metió el invierno, toca que no se moje, vecinita”, contesta el muy majadero.
¿Qué hago con el cuenco vacío de mis manos? ¿Mis pobres extremidades que se ramifican débilmente? Tal vez deba podarlas.

Silvio ya está de regreso. Llora. Ha perdido su unicornio. ¡Cómo si fuera el único que ha perdido algo azul!

1 comentario:

  1. jajaajaj, ay, cómo te entiendo, este andar inconexa es justo lo que siento cuando mi ángel tenebroso se extravía entre el ruido del mundo y su neblina espiritual. Soy un cable roto sin polo a tierra, un riesgo de alto voltaje que puede electrocutar...

    ResponderEliminar