16 de octubre de 2017

DE SEQUÍAS Y OTRAS TRIBULACIONES





















“Huir de la muerte siempre es más digno que entregarse a ella”


        Imagine al mundo muriendo de sed. Literalmente. Imagine la migración de millones de seres humanos en busca de los últimos ríos a través de territorios sometidos por el calor y asfaltados por los cuerpos secos de aquellos que no soportaron más. Imagine la guerra letal por la posesión de las últimas reservas, de los últimos galones, de las últimas gotas de agua. 

        Imagine sentir la garganta desgarrada por la falta de saliva, el no poder llorar porque ya no se tienen lágrimas, el desfallecimiento del cuerpo que no responde a los llamados de la voluntad que se obstina, mientras los buitres revuelan descarada pero pacientemente a la espera de su rendición. Imagine en medio de este panorama hostil dos personajes unidos no sólo por la sed, sino por la certeza de que “Ambos sentían que se les había envilecido el alma…”.

        Ese imaginario es “La sed”, la novela del escritor, periodista y fotógrafo colombiano Enrique Patiño publicada en 2013 por Seix Barral. Patiño, quien actualmente reside en Holanda, recrea en su obra un escenario cada vez menos apocalíptico si se tienen en cuenta los absurdos de la sociedad actual en los que el consumo desaforado, la sobrepoblación y la falta de conciencia ambiental están mermando los recursos naturales y acabando con las fuentes hídricas.

        “La sed” es una novela poblada de imágenes en las que el plástico le ha ganado el dominio del cielo a las aves, y los ojos desorbitados de las muñecas infantiles parecen haber reemplazado a las antiguas flores. Esta obra permite adentrarse en la condición humana y sus insospechadas respuestas cuando se le somete al límite de sus fuerzas, cuando se transita en ese peligroso espacio entre la razón y la locura. Y es que “el amor al prójimo es algo que se hace cuando el corazón propio está colmado, y ni siquiera eso permite la sed.”

         Hace un par de días alguien me preguntó qué libro me gustaría llevar al cine. No tuve que pensarlo dos veces. Mi respuesta fue “La sed”. Ahora bien: mientras lee la novela le aconsejo tener un vaso de agua cerca. Bébala con calma. Saboree cada trago como si fuera el último e imagine finalmente qué tan lejos estamos de ser una sociedad en la que se paga con agua o se muere de sed. 

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