Por Mary Zamora
Balele nos saluda con su
compás de tambores...
con su sol moribundo en el horizonte y su piel de ébano brillante, para envolvernos con sus arrullos de arena y fuego…
con su sol moribundo en el horizonte y su piel de ébano brillante, para envolvernos con sus arrullos de arena y fuego…
….Balele es una noche y es un día; Balele es
como un siglo eterno, o como una lágrima
indecisa resbalando por la senda del desconsuelo o del júbilo…
“Balele”, grita el hombre de brazos y piernas fuertes;
el hombre sustento, el hombre protector, el hombre recio y fogoso, el hombre intrépido
que se desliza y se mezcla entre las sombras, con la misma agilidad de un
guepardo; con la misma imponencia de un león....
"Balele", dicen las mujeres que
llevan en sus caderas el sensual movimiento de las olas, y que elevan altivas
las cabezas, coronadas por una maraña de cantos de aves nocturnas...
Balele para ellos, para todos
ellos, diáspora portentosa, hermosos seres que cuando ríen, nos bendice con la
visión de las estrellas dormidas en su boca, las mismas estrellas que sus
ancestros milenarios, atraparon una vez con la atarraya...
...y es su carcajada como mil
cascabeles juntos,
...y es su silencio reflejo del
dolor inacabado de una raza,
...y son sus manos el artilugio
de los dioses,
...y son sus ojos el aposento donde
residen en armonía el Día y la Noche...
...y son sus cuerpos danzantes
los que ahora nos dan la bienvenida con su armonioso trepidar, con ese
contorsionar sugestivo que antaño venció la espada, el grillete y la cadena,
porque su sola visión subyuga; porque ante un dios, todo mortal sucumbe y calla,
para que reine el silencio…
No hay comentarios:
Publicar un comentario