Por Mary Zamora
Veo la niña con la miseria roja en los labios y la miseria negra en los ojos, ataviada ridículamente: tacones demasiado grandes, ropa demasiado ajustada, parece que debajo de tanto maquillaje aún existe un rostro hermoso, pero se evapora inmediatamente después de que abre su boca de miseria roja para escupir barbaridad y morbosidades.
Veo la niña con la miseria roja en los labios y la miseria negra en los ojos, ataviada ridículamente: tacones demasiado grandes, ropa demasiado ajustada, parece que debajo de tanto maquillaje aún existe un rostro hermoso, pero se evapora inmediatamente después de que abre su boca de miseria roja para escupir barbaridad y morbosidades.
Veo
al adolescente con su cajita de dulces baratos esperando el cambio de semáforo;
el niño, el minusválido, el habitante de calle, todos ellos esperan el cambio
del semáforo. El vendedor de frutas y el que grita: “Monito, le limpio los
vidrios, vea que están sucios” y después, el replegarse sobre los separadores.
Veo
la gente “normal” escabullirse, más que caminar, por el centro de la ciudad:
afán de compra, afán de transporte, afán de llegar a la cita, afán de hogar con
hijos que quedaron sólos, afán de tragos, afán de vida para la que se tiene muy
poco tiempo y sin embargo se despilfarra tanto.
Me
fijo un poco más y veo la señora que se jura joven poniéndose la ropa de su
hija o su hermana menor: ¿En serio no sabe que se ve ridícula? El exceso de
grasa abdominal, el exceso de color, el exceso de risa falsa, el exceso de voz
cuando habla, el exceso de accesorios brillantes, todo en ella es excesivo,
menos la dignidad de envejecer.
Y
qué decir del señor: pasea su vista por el entorno, hace un paneo, a veces disimulado,
otras, descaradamente; mira, desnuda, morbosea, se solaza, diríase que come con
los ojos. ¡Hay tanta carne fresca y rosada! Y él sabe que tiene lo “suyo”.
A
veces quisiera hacer algo al respecto. Pero simplemente veo.
Mary!! Excelente y refrescante crudeza descriptiva, me hizo pasar muy rápido de la compasión al asombro, la risa y el disgusto... Un collage de sensaciones que me transmitió muchas emociones. Gracias por compartir tu encantadora mirada.
ResponderEliminarGracias Diana por tu comentario y me alegra mucho que te gustara mi relato. Un abrazo.
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