31 de mayo de 2016

LAS BENDITAS ALMAS...

Por Mary Zamora


Las historias de fantasmas y aparecidos en La Candelaria, el Cementerio Central, el edifico de Seguros Bolívar o el antiquísimo hotel del Salto del Tequendama, son de conocimiento público y cuentan con no pocas páginas y horas de grabación por parte de especialistas en el terreno de lo paranormal.

Sin embargo, no son éstos los únicos lugares que encierran misterios de ultratumba en la capital de la república. En la localidad de Bosa, el Cementerio Parroquial o Cementerio Municipal de Bosa, que data de los años 1940, conserva visible no solo en su interior sino también en las zonas aledañas, la huella de sus antiguos pobladores.

En diálogo con algunos de los habitantes, personas cálidas y amables, descendientes de campesino de la región, se hace evidente el gran respeto que sienten por las “benditas almas” y por el que culto que, cada lunes, los mayores les rendían a la entrada del emblemático cementerio, encendiendo cirios blancos y pasando a rezar en la capilla una novena para tener cómo pedirles que intercedan por ellos ante Dios.

Sin embargo, parece que no todas las “benditas almas” del purgatorio son tan benditas, según lo que cuentan algunos vecinos del sector del cementerio, quienes se han llevado unos buenos “sustos”, como el que nos relata a continuación don Luis Guillermo:

“Yo venía de trabajar a eso de las diez de la noche. Yo vivo ahí, en la casa de dos pisos, la azul, la de la esquina. Bueno, pues yo venía de trabajar como le digo, y me dio por pasarme por el parquecito, dizque pa’ cortar camino. Y en eso es que yo escucho como unos ruidos. Yo pensé que era un perro o algo así, pero me puse a mirar bien y no había nada. Bueno, entonces yo seguí caminando, pero eso que usté siente que lo están mirando, que alguien está por detrás suyo. Y me volteo a mirar rápido pero no, nada, no había nadie. Y entonces ¿sí ve ese “culumpio”?, ése, ése. Estaba que se movía, como cuando están los pelaos ahí jugando.

¿Y usted qué hizo entonces?
Pues nada, yo me quedé quieto, yo estaba como ido, yo no sé qué me pasó porque me quedé quieto mirando el “culumpio”, pero lo raro es que no estaba haciendo viento ni nada. No. Estaba todo tranquilo. Y más raro todavía que sólo se movía ése, los otros no, sólo ése.

¿Y después qué pasó?
Pues es que eso lo más raro, porque cuando me pellizco es que resulto caminando por la acera del lao’ de allá….yo no sé en qué momento me salí del parque y me pasé pa’ ya, y ni a qué….es como quien dice, que me estaba era alejando de la casa, como devolviéndome en vez de avanzar….

¿Y qué hizo después de eso?
Pues póngale cuidao’ señorita: en esas preciso venía un compadre y me dice: “Ole Guillermo, usté’ pa’ onde’ va, se le olvidó el camino? Y pues yo ni corto ni perezoso le dije que era que había disgustao’ con la mujer y que me iba a echar unas “frías”…Y el compadre pues me acompañó pero yo no le conté nada, pa’ qué….

¿Pero no le contó a nadie, ni a su esposa?
Pues a mi mujer si le conté al otro día y ella como se la pasa por ahí hablando con las vecinas me contó otro “poconón” de historias parecidas a la mía. Que fulana de tal, que sutanito, que al hijo del finado Jacinto también lo habían asustado las almas, eso, otro poco de gente de aquí del barrio. Por eso es que yo le cuento señorita, porque no soy el único, sino, ni le había dicho nada….

Don Luis Guillermo se ríe ahora de buena gana. Pero nos confiesa que desde que aquello le pasó,  hace ya más de un año, “ni “jincho” me paso por el parque ese y menos por la noche.” Nos invita a tomarnos algo. Una “chichita” para pasar el mal rato y ya despidiéndonos nos dice en tono de confidencia: “mire señorita: ese que va allá es el hijo del difunto Jacinto que en paz descanse. Dígale, dígale que le cuente. La historia de él es más “brava”.

Decidimos hacer caso a su sugerencia, pero el hijo de don Jacinto, alma bendita, va de carreras para la universidad y el tiempo no le da para detenerse a hablar de aparecidos.




No hay comentarios:

Publicar un comentario