15 de abril de 2013

A una joven madre

Ojalá existieran palabras para expresar el sentimiento de placidez infinita que inspiras;pareciera que hasta las rosas con su mejor color opacaran  su belleza ante la sola contemplación de tu rostro maternal y más aún, el aire que tú respiras se nutre de esa belleza al percibir los latidos de un corazoncito nuevo cuyo débil eco está a punto de ser roto por el grito lleno de júbilo y gozo de su feliz nacimiento.

Lo has escuchado, verdad?Su palpitar silencioso que al unísono se mece junto al tuyo;ya te has vestido de gloria y toda tu piel exhala una fragancia divina:es el soplo de la vida que cual una luz lejana se va haciendo más visible a medida que los meses se apoderan de tu vientre y dejan ver la maravilla que sólo tú,cuando tengas en tus brazos al hijo que ha de llenarte de alegría,podrás entender entonces.